Muchas personas creen que soy una persona super aborrecida y amargada de la vida, por como soy cuando mi escudo está en todo su apogeo. Me da mucho miedo dejarlo caer y que vean quien realmente soy porque no quiero volver a sufrir, no me quiero ilusionar y mucho menos quiero terminar nuevamente con el corazón roto por palabras, acciones o malentendidos que no son los indicados. Me da tanto y tanto miedo volver a querer, volver a amar, volver a ser esa chica feliz que no le tenía miedo al amor ni al sufrimiento. Saben, el miedo es algo que se adueña de mi mente, de mi corazón y el creador de mi mayor escudo. Pero cuando dejo ese miedo a un lado, bajo la guardia y guardo el escudo soy una de las mejores personas para querer y amar en este mundo. Creo que soy demasiado detallista, me preocupo mucho por las personas, soy super graciosa y quiero que todo el mundo se sienta cómodo y feliz a mi alrededor. Muchas personas se aprovechan de eso y hacen que todo se estropee y vuelva a sacar mi escudo con ellos y con la mayoría de las personas. Como le contaba a un amigo, soy de las personas que dan todo por todos y no importa que me pueda pasar quiero que todas las personas a mi alrededor estén bien, aunque yo esté en el fondo, en lo más bajo, pero viendo a las personas en lo alto y salir, aunque después a mí se me haga difícil salir de ahí. Ahora quiero perder ese miedo y dejar que toda mi vida fluya, ver a donde me llevara mi destino y que puedo manejar para que este vaya en la dirección que quizás quiera que coja un poco. Me canse de sufrir, de pensar en todos menos en mí. Ahora quiero disfrutar quien soy en cada sentido, cada latido, cada respiro y cada suspiro. Quiero sentir esa felicidad plena que estoy comenzando a sentir y dejar que todo sea sumamente perfecto para mí. Ahora me toca disfrutar esta travesía, esta aventura llamada vida y ver como brillo día a día con una copa de champaña, poniéndola a lo alto y diciendo ¡SALUD! por este nuevo camino que voy a recorrer.